FRANCISCO Y LA TRICOLOR



La verdad no sabemos si algún otro Papa tuvo el privilegio que tuvo él. No sabemos si en alguna oportunidad un Papa recibió de regalo la camiseta más linda del mundo. Sí sabemos que el primer Papa latinoamericano y argentino recibió su primera camiseta de Almagro el 4 de mayo de 2016. Pero, la idea se gestó un tiempo antes, no mucho, pero sí un tiempo antes. Y en el medio sucedieron algunas cosas que hicieron que el resultado final fuera más gratificante que lo pensado originalmente.

Cuando un viaje familiar a conocer Italia tuvo la incorporación de una parada en la Ciudad del Vaticano, se accionó la idea delirante de tratar de regalarle a Francisco I la camiseta que combina los colores de la forma más perfecta que el universo ideó. Y era delirante porque ir al Vaticano no es sinónimo de ver a la figura máxima de la iglesia católica “así nomás” caminando por la calle. Y ahí sucedió un nuevo momento bisagra: “Hay posibilidades de presenciar una audiencia pública”. Tragar saliva y pensar tranquilamente qué hacer. Falta un dato no menor, el viaje arrancaba en un par de días. 

Si bien cada vez que emprendo un viaje, sea a un destino nuevo o conocido, en el país o en el exterior, lo primero que ingresa a la mochila es una camiseta y mi bandera, necesitaba algo más, algo que simbolizara aún más ese sentimiento y que fuera original e importante para regalarle al mismísimo Papa. Y aunque la posibilidad de poder entregarle un regalo era aún remota, se me ocurrió que había que intentar preparar algo diferente. Decidí contactar a Esteban, que tenía buen vínculo con el plantel y le comenté lo que quería hacer. Había que lograr que todo el equipo firmara una camiseta. Por esta causa, él sacrificó una “tricolor” que tenía y logramos tener el regalo perfecto. Una camiseta del club firmada por todo el plantel que cada fin de semana se la ponían para defenderla. Y una vez logrado, tener ese gran regalo, a contrarreloj, comenzaba la segunda parte de la historia. El viaje tenía unas cuantas paradas previas al Estado más pequeño del mundo y en todos esos lugares imponentes la camiseta que llevaba la firma de todo el plantel tricolor fue retratada. 

Finalmente llegó el día indicado y nuevamente, el destino, nos tendría preparada una sorpresa increíble. 

Cuando pensábamos que estaríamos en medio de la Plaza San Pedro y que podríamos verlo pasar a Francisco a unos metros y desde ahí hacer malabares para poder darle nuestro regalo, la generosidad de personas allegadas a él, nos posibilitó presenciar su audiencia pública a escasos metros de donde se impartió la ceremonia y poderlo saludar con apretón de manos y beso incluido. Ahora los nervios pasaban por pensar en qué decir en esos breves pero movilizantes segundos de cara a cara con una de las personas más importantes del planeta. Y entonces nos repartimos las tareas con mi hija; ella le entregaría la camiseta y yo le contaría algo de nuestro club. Y así sucedió. Sofi luego de ser saludada por Francisco le dio, con un poco de vergüenza ante una multitud que observaba desde una repleta plaza, la camiseta tricolor, y yo rápidamente le mencioné que éramos hinchas de Almagro. Su primera respuesta fue sonreír y decir “Que bien”. Observó la camiseta como todo buen futbolero. Y sí,  argentino y amante del futbol, obviamente le encantaría. “Como usted dijo que había que hacer lío, hace unos meses los jugadores de nuestro club hicieron lío y nos regalaron un ascenso”, le dije riendo. Una nueva sonrisa y un “Gracias, muchas gracias” de su parte coronaron ese emotivo momento. Momento que será imborrable en nuestro recuerdo y en nuestros corazones.

Hoy esa camiseta debe de estar en algún lugar del museo del Vaticano junto a otras que no tienen el privilegio de ser tan bellas como la del tricolor. Y Francisco, el Papa que llegó del sur para cambiar todo, descansa en paz luego de haber hecho mucho lío en este mundo.

Mariano Villagra

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