Esos son los sentimientos que me
invaden desde el mismo momento que Agropecuario metió el segundo gol. En
realidad desde que el árbitro pitó el final en Puerto Madryn aunque todavía existía
la posibilidad en el desempate.
Estoy cerca de los 40 años y soy
de los que disfrutó una época inolvidable de Almagro. Fui feliz con el Clausura
invicto del 96 y una dupla increíble como Santillan y Yaque; grité cada gol de
ese genial equipo que arrasaba en el Nacional del 99/2000 y que junto con el
equipazo de la dupla Sanchez Hrabina nos llevaron a codearnos con los poderosos
en esos 2 años imborrables en Primera.
Por esas cosas de la vida (y del
futbol), ninguna de esas veces fuimos técnicamente campeones; es más, teniendo
uso de razón, nunca disfruté una vuelta olímpica como campeón. Teniendo eso en
claro me subí a un avión para llegar a Puerto Madryn sin intención de ver
ballenas y con la firme idea de llorar de emoción con un momento histórico.
Pero no se dio. Y reconozco que me invadió un escepticismo que solo fue
aplacado por la emoción y aliento de ese vuelo de vuelta a Buenos Aires y de
los días posteriores y los mensajes y la fuerza de los amigos tricolores. Había
esperanza y confianza.
Pero de Sarandí también nos fuimos
tristes y golpeados por una realidad que nos seguía cacheteando. Y se hizo
pelota mi ilusión de ser campeón.
Y llegó el reducido y una nueva
decepción.
No le caigo a los jugadores
aunque son los que ganan, empatan y pierden. Por ellos llegamos hasta acá, por
ellos llegamos solo hasta acá.
Tengo bronca porque fue una
oportunidad única: un campeonato bastante malo donde con apenas 42 puntos se
podría haber sido campeón. Sí, 42 en 25 fechas. Pero hicimos 41. Eso muestra
que ningún equipo era gran cosa y que sin ser un dream team estuvimos a un gol
de dar la vuelta. Lo escribo y me da más bronca porque tuvimos 2 chances, 2
partidos seguidos para lograrlo y lo dejamos pasar. No se pudo.
No comparto para nada las elucubraciones
que hacen algunos de que “los jugadores no quisieron ascender” ó “los
dirigentes vendieron los partidos”. Por favor, no soy amigo de los jugadores ni
de la dirigencia pero no tengo dudas de que lo intentaron. Pude ver en cada
cancha a la que fuí el esfuerzo y la dedicación tanto de plantel como de
dirigentes para ir avanzando en la tabla y alcanzar el objetivo que todos
queríamos.
Hay veces que simplemente no se
puede.
¿Faltó actitud para jugar los
partidos finales? Puede ser, sacando algunos jugadores la mayoría no contaba
con mucha experiencia y menos en situaciones como estas.
¿Agradecimiento al plantel? Claro
que sí, creo que lo demostramos en cada momento y en cada partido que pudimos
estar acompañando. Dejamos familia y obligaciones, nos endeudamos e hicimos
miles de kilómetros para sumar nuestro granito de arena alentando. Tampoco
pidan que hagamos un monumento, hicieron su laburo, por momentos bien y por
momentos mal.
Ya sé que se nota la bronca en
mis palabras, sí, sigo con bronca y amargado, me ilusioné con el ascenso y
volví a chocar con una realidad esquiva. Eso no quita que puedo ser objetivo en
lo que escribo.
Hoy estamos tristes y nos durará
pero hay que darle con fuerza para volver a arrancar, Almagro es una lucha
constante.
Por encima de todo los colores,
siempre.
Aguante Almagro.
Mariano J. Villagra
Socio 1612
Foto: Diario Perfil
Foto: Diario Perfil
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